lunes, 28 de julio de 2014

DEL LIBRO "EL REVÉS MENTIROSO DEL DERECHO"

El Revés Mentiroso DEL DERECHO

 

SI digo

que las vacas

tienen húmeda piel verde

de rana

y que nos miran

con ojos de zapatos

y que nosotros hablamos

con escamas

y caminamos

con anillos de anaconda:

Todos dirán, ubicuamente los gritos mugirán,

que estoy loco de remate.

 

Pero millones

mueren por el hambre,

un presidente ordena

el lucrativo exterminio de una patria,

manadas creen

que el corazón de la galaxia

es el espectro hechizante del dinero,

pandillas se conciben vicedioses

o la vanguardia vanguardista de los dioses,

y pocos, muy pocos, dicen

que esto es

el revés mentiroso del derecho.

 

 

ABERRACIÓN

 

UNA gata angustiada

maullando la pérdida de su hijo.

El amor existe en todas las esferas animales.

Y quizá la estrella ama a la piedra.

Solo los militares

reniegan de su especie.

 

 

ESTATUTO DEL REBAÑO

 

"Recuerda, señor, que tu siervo ha observado pacientemente las leyes de la manada."

Alvaro Mutis.

 

Artículo primero:

No se aceptan en la fila

gentes que huelan distinto.

 

Artículo segundo:

Quien no demuestre

el peso de su pezuña

bien embarrada de cieno

no podrá ser de este club,

aunque muerda como lobo.

 

Artículo tercero:

La especie de los del grupo

debe ser muy, muy corriente:

Emborracharse de estadios,

vestir como maniquí

y aplaudir a los políticos

como quien descubre un dios.

 

Artículo cuarto:

La vista de los del hato

no debe mirar

más que evidentes evidencias,

ni por asomo

un reflejo de remotísima altura

o de utopía peligrosa,

a lo sumo

íconos de monitor,

figuras de pasarela

o esculturas de iglesia.

 

Artículo quinto:

Si usted quiere ser del conglomerado

vístase bien pomposo

y cuando le salga su monstruo,

perfúmelo

y finja modos de urbanidad refinada.

Los otros, aunque vean su espanto,

aplaudirán como cuerdos,

pues usted tiene buen cargo

y pertenece a su orden.

 

Artículo sexto:

Apetecer las gerencias,

no muy decididamente,

sino más bien

ser suave alfombra

para que esos tronos se asienten.

 

Artículo sétimo:

Nunca se le ocurra

disentir del parlerío general,

pues este es el estandarte

de la manada sin Verbo.

 

Artículo octavo:

Si se le ocurre alejarse

de la estampida cegada

por el polvo de la insolvencia

—para crearse un paraje

adonde usted sea sí mismo—,

prepárese a que, cuando menos,

le nieguen el carné de la vacada.

 

Artículo noveno:

Si usted es capaz

de profesar este reglamento,

haciendo caso omiso

hasta de sus voces íntimas

y de la ley de su alma,

le aseguramos

que usted será muy querido,

un ejemplar ciudadano,

quizá logre un monumento,

o en todo caso, cuando su cadáver

revele lo que usted siempre ha sido,

sin duda tendrá una esquela

por invaluables servicios

prestados a su manada.

 

LOS GATOS

 

ME gusta

la gatidad del gato.

Es decir: su libertad.

Tu gato

—que por supuesto no es tuyo,

pues si ni tu corporeidad es tuya

¿va a ser tuya

la animalidad de un gato?—,

tu gato

come de tu mano,

dormita junto a tus pies,

pero conoce las noches

como tú no las conoces

y monta sobre cualquier gata

sin importarle el vecino.

Tu gato

no aprendió

qué es el permiso

ni si a ti te gustan

sus restriegos en tus piernas

o sus patas en la mesa.

Tu gato

vuelve a ver los aviones

con descarado descuido

y no le importan cuando hablan

el cura o el presidente.

Tu gato

solo se atiende a sí mismo,

o quizá ni aun se atiende

sino que solo es

albedrío en movimiento.

Me gusta

el gato que hay en el gato.

Deberíamos aprender el derecho de los gatos.

 

 

CELEBRACIÓN

 

ERES grande.

 

Para llegar a ser lo que eres

se demoró el tiempo en tu sangre.

Lleva tu alma memorias

de creaciones extinguidas

y dólmenes que llamaron

el alma de las estrellas.

El amor que ahora sientes

por alguien de tus humanos

o por el colibrí que enciende

la danza de la belleza

es similar al que hubo

en el cuerpo del antiguo

que habitaba en las cavernas.

Pero él adelantaba su vida

entre follajes gigantes,

brisas inmaculadas

y estaciones definidas.

Y aunque ya algunos ansiaban

hurtarle lo que comía

la verdad es que vivía como deidad

en los bosques,

pues la usura aún no usurpaba

el ánimo de los hombres.

 

Eres grande.

 

Hubo pintores y magos

que vieron

en tu corporeidad mortal

una analogía del cielo:

Planetas entre tu cuerpo

y tu alma en las estrellas.

 

Eres grande.

 

En todas las religiones

—religarte con el Todo—

algún Dios, Supremo Arte,

te inventó como su imagen

para donarte los ríos

y la red de los dominios.

Aun cuando no has sabido

ser guardián de esos caudales.

 

Eres grande.

 

Puede ser que tú inventaras

cimas palacio de dioses

para soñar que la muerte

no te atrapaba en la sombra.

 

Eres grande.

 

Ciertamente el Firmamento

existe para firmarse

en su grandeza y reflejo

que de tu ser no dependen.

Pero el Cosmos no existiera

como animal fabuloso,

hechizo de los amantes

o puerto del telescopio

si tú no le hubieses dado

la morada de tus ojos

para recrear sus caminos.

 

Eres grande.

 

Hoy solo estás conturbado

por el truco de una época

que ha alucinado tu espíritu

con el liviano sentido

de la emboscada económica,

engañifa que ha adornado

el petardo de la nada

con opulencia de todo,

mientras tú

—corona de los siglos,

metáfora de Dios—

te deshaces en las calles

por horarios de verdugo

o porque no tienes sustento

o porque estando elevado

te crees señor de los otros.

 

Sí, tú, animal concesionario

del verbo y de la noción,

despacioso fundador de pirámides y templos

que han persistido en las guerras.

 

Sí, ya es hora de regresar a ti mismo,

de retornar a la patria de tu demiúrgico espíritu.

 

Hoy solo estás aturdido

por fuegos de mercancía,

sortilegios que en el fondo

no guardan sino lo infame,

pues la luz de la moneda

no ilumina más que el oprobio

del gobierno de los pocos

para aflicción de los muchos.

 

Eres grande.

 

No te omitas

en jornadas de una edad

que subasta tu planeta

al comprador de la muerte.

 

Eres grande

—el gran río de los eones.

 

Mas no debes olvidar

que lo leve y bajo y tosco

(reinos, dinero, codicia)

han probado en los milenios

socavar notables almas.

 

Eres grande.

 

Que tu confusión presente

no te abisme en tu responso.