FOGATA PARA TU PIEDAD OMNIVIDENTE
E |
scúchanos, Creador.
A nosotros, incomunicados
tras lenguajes, batallas, éxito, vestuarios.
Escúchanos, Creador.
A nosotros, quienes tras los fuegos fatuos del dinero,
sin saberlo conservamos
un verde intacto de cañada y soñamos
con la Nota a veces columbrada y escasamente oída
en la creadora Sonata de tu Cosmos.
Escúchanos, Creador.
De nuevo, sí, en el dilatado embuste de los siglos.
Que solo música escuchemos. Alta sinfonía de Ti. Compasiva.
Limpiando como gigante primavera
este mundo hermoso entre tus mundos
y que, invadido por nosotros,
ahora es llaga indigna de tus soles.
Escúchanos, Creador. Y haznos ver
en la serena patria de tus tardes,
caminos diversos a este absurdo, que transitamos
como si fuese veraz sendero hacia los gozos.
Porque —lo sabes— queremos ser felices.
En nuestro intacto verde, soñamos ser felices.
Nos anulamos tras artificios: fantasmas del terror
a ver qué somos y a tu presente estrella,
remota solo por la obstinada impostura en que vagamos.
Pero, falibles, tanteamos ser felices.
Escúchanos, Creador.
Algunos pueden develar tu esplendor entre mil rostros.
Por ellos, heraldos de nuestro verde casi oscuro.
Por ellos. Y nosotros desmemoriados pretendientes,
necesitados de tu gozo. Escúchanos.
De nuevo en las centurias haz tu siembra.
Que este orbe sea digno en tu Universo.
Y alguna vez prototipo de otros mundos.
Escúchanos, Creador.
A nosotros, tan solos a pesar de tanto cuerpo.
Escúchanos, Creador, Amanecer en cumbres sin asedios.
CANCIÓN DEL CÓMO UNO SE VIVE
A |
pesar de uno mismo uno se vive.
Como un caracol
que de alguna manera
alcanza su pleno caracol.
Uno camina. Trabaja.
Como desnudo animal arriba al sueño.
Sin más opción, uno se vive.
Recuerda estrellas, mujeres, sinsabores,
alguna luz azul que apenas entrevista,
se fugó sin embargo por su río.
Pero ese asomo
y el tiempo insobornable
hasta en leves astros del rocío, nos enseñaron
que a pesar del alterno descenso hasta la bestia,
es de los soles la altura que nos guía.
PORQUE NO PUDIMOS
C |
oncédenos mirar. Ver
tras falaces ropajes el Espíritu.
Permítenos remontarnos sobre límites, razas, posiciones.
Danos el gozo de volar
por sobre credenciales, títulos, papeles.
Que las modas —muy abajo— sean solo chispitas
del juego desatinado de las máscaras.
Concédenos mirar. Contemplar
tras ilusorias vestiduras de los bultos
la eterna, luminosa danza del Espíritu.
Dónanos visión.
Para que aquel distante no sea un rico;
el otro, presidente escondido en su discurso,
y yo, despojado poeta ofrendándote palabras:
Para que no seamos prójimo exiliado en su dominio.
Sino, en la vasta diferencia de tu Cosmos,
presencia de tu Verdad luciente
tras las fugaces caretas de los cuerpos.
INVOCO TU GRACIA
"(...) acordarse de los viejos ideales,
de las ideas bajo persecución y de los radicales verdaderos (...)
que murieron fieles a lo que creyeron (...)"
Sergio Ramírez.
U |
na última palabra, Padre:
Otórgame morir fiel,
haciéndole el amor a lo que creo:
Buscar sin tregua
y sin desmedro
el puerto esencial
en tu gran mar.
Consiente, Padre,
condesciende —te invoco— a esta gracia.
No será fácil. Nunca han sido
los villorrios del hombre
sitios suaves para buscar
la cepa substancial
entre lo errátil.
Requiero, pues, Padre, de tu soplo
para que mi volandero apetecer humano soporte.
Entre los otros, sea fiel a lo que creo.