jueves, 25 de septiembre de 2014

DEL LIBRO "POEMAS DEL LÍCITO ILUSIONISTA".

AMOR DE ORIGEN

 

Cursilería de noveleta rosa,

cuentecillo de románticos trasnochados:

Amor a primera vista.

 

Nunca creí

que el sigiloso salteador

te usara como pantera furtiva

para, en un zaz, capturarme

en esa noche de enero tan corriente,

extraordinaria solo cuando apareciste

y devoraste mis ojos

con tu arrebato de fuego.

 

¿Amor a primera vista?

No acepto la frase relamida

de los ineptos que no pueden

musicalizar su amor.

 

Porque en aquella velada

tu instantánea presencia fue zarpazo,

esplendor del que no pude protegerme.

Pero no fue cursi mirada

a tu primer asomo:

Fue memoria,

reminiscencia arcaica,

eco de los eones

cuando el humano inaugural

vio por primicia

el primer sol como fresca flor

navegando sobre el mar de los orígenes.

 

Sí, mujercita con ritmo de los astros,

amazona también que me capturas:

No fue amor a primera vista,

fue que en tu visión primera

–la mía y viceversa que es lo mismo–

nos miramos como solo el amor sabe mirar:

Con visión sin tiempo y ataduras,

visión desnuda, libre, solo ella

–pájaro sin ruta entre los vientos–,

y quizá intuyendo uno en el otro

la maravilla que han ido perdiendo nuestras almas

en el desfalco de la historia y su mentira.

 

No fue amor a primera vista:

Fue la primera vista del amor,

esa que pocas, muy pocas veces, quiere darnos

este furtivo salteador, este viajero,

que cuando se aleja nos deja casi ciegos

y embromados, nostálgicos, mendigos,

apetecientes incurables

de la galaxia que soltó sin privaciones

en la primera visión que nos tuvimos.

 

 

ESTA CIUDAD

 

Una ciudad eres:

Cuando estamos en ella

no podemos ver

su luminoso y extenso latido

entre los valles.

 

Pero cuando desde la altura

la apreciamos

nos deslumbra su vasto territorio,

esplendente océano entre la tarde.

 

Oh amor,

a cuál de mis sombras o certezas

solicito que sea capaz de verte

–y sobre todo que sea tu amor, amor, y amarte–

tanto en el cercanísimo y suave

deleite de tu aroma

como cuando en la lejanía

me llaman tus mansiones

con un algo del fulgor de los orígenes.

 

 

ESTÁS EN MÍ

 

Te llamo.

Para decirte que estás en mí,

mar que nunca se retira

del litoral que ama su humedad.

Estás en mí,

canto que nunca se silencia.

Estás en mí,

circulando por mi sangre y mis ensueños,

vino que me enardece delirante.

Estás en mí,

me estás creciendo

torrente que avasalla mis certezas.

Sí, ya estás en mí,

no tengas miedo,

pues temer es invocar el mal,

esa potencia que no dejaría que nos amáramos.

 

 

LENTAMENTE

 

El amor no debe ser precipitado.

¿Has visto la flor

con instantánea luz incomparable?,

¿como hasta el cielo hecho vuelo

–colibrí o mariposa– ansía besarla?

Mas para conquistar

su pleno aroma

y su condición de astro sobre tierra

debe esperar

el paso de los soles

y la lluvia lenta hasta su cuna.

¿Cómo entonces me quieres arrasar,

que seamos locos en la entrega de los cuerpos?

De seguro que así no observaríamos

quién soy yo frente a tu cuerpo y tu deseo

y quién tú ante mi errante materia que te anhela.

Bésame suave, tierna; no quieras solo devorarme.

Mis labios caminarán como dos plumas

por el suave rumbo de tu piel.

Así no dejaremos de ver realmente quiénes somos

y no pasaremos por alto nuestros seres.

 

 

COLORES

 

Sé que los animales

–que poseen un mirar

más profundo que nosotros–

ven el fondo de nuestro paisaje

en musical espectro de colores:

Celeste es el color de la sonrisa,

amarillo el del juego cuando amamos,

turquesa y fértil, agua de los mares,

el tono del amor que por ti siento,

húmedo y encarnado el deseo

que me acosa

por el rosado fruto de tu sexo.

 

Ahora que camino entre arboledas

y los perros y aves me contemplan,

sé que ellos observan

que soy un huracán de estrellas y arco iris.

Por ti,

que me horadaste el centro de los sueños

con tu presencia anhelante de mi amor.

 

 

MI CIGARRA

 

Estamos –está mi cuerpo

y mi alma enamorada–

en la cima de muy frías montañas.

Aquí no hay una cigarra

que a punto de estallar en cantos,

sostenga el verano con su música.

Pero tú –seguramente ahora

activa entre la urbe– eres cigarra,

mi cigarra,

incesante melodía en mi ensueño,

que ahora no arde más

que por tu querencia,

fluyente musiquita,

mas guerrera de amor

que me has vencido.

 

 

ESTE FÉNIX

 

Dije que el amor

es una metáfora del viento,

tal su fugitivo esplendor entre nosotros.

Ahora, por la forma en que me quema

frente a ti,

creo que es más bien un ave fénix

que arde tanto, tanto, tanto,

combusto por ensueños y delirios,

hasta tornarse

en el cuerpo sutilísimo del cielo.

 

Pasa la vida, corre el tiempo,

el ánimo se desentiende del milagro.

 

Y de pronto –esplendente en unos ojos,

un estilo, un modo

que nos recuerda

nuestro escondido origen de universo–

llega de nuevo este fénix-amor-inevitable,

para que nunca volvamos a olvidar

que somos la estatura carnal

donde se mide

el enigma caminante de los astros

y la gota inicial de la Creación.

 

 

RESPUESTA

 

Ah, dios de los amores

–único que puede salvarnos o destruirnos–,

¿qué sucederá con este amor,

este cachorro que nos crece tibio,

criatura astral en esplendor de aire?

A ti pregunto. Que no existes

sino en nosotros que te creamos.

 

A LA MANERA DE KHAYYAM

El tiempo

es pájaro en vuelo.

¡Cuántas veces sin tanta belleza!

Disfruta su soplo,

atiende su canto.

Ten certeza:

No duraremos tanto.

 

 

TU OLOR

 

Cumple la húmeda fragancia de tu cuerpo

el destino oloroso de la florescencia.

 

Todo es meteorito en la noche inmensa.

Todo se derrumba. Todo se nos marcha.

 

Pero, cuando estoy en ti,

no existe la hora.

Todo más palpita.

No soy tiempo que va hacia la muerte.

 

Cuando en ti me adentro

no eres hembra sino mar creadora

en la que navego buscando el origen.

 

Un invulnerable en tu amor me siento

cuando, ya tu olor, en tu mar me adentro.

 

 

SÚPLICA

 

El amor llega primero

con látigos de sangre

y con relámpagos.

Después se acuesta cómodo

a ver televisión sobre la cama.

Luego se hace viejo

y no quiere subir a las montañas.

Ay, muchacha, no permitamos

que este veleidoso

no vaya con nosotros

a inventar auroras

junto al mar.

 

 

ORACIÓN

 

Gracias por la mujer

y su asomo de galaxia.

 

Gracias doy a Quien sabe y corresponde,

Luz o Cosmos o Flauta marina entre los pinos.

 

Gracias por ella:

Por su boca, cumbre que transporta

lo mejor suyo y su lenguaje,

suave copa que recibe

mi errante materia que la busca,

amanecer de su sonrisa

que me llama.

 

Gracias por ella:

Por su espigado lujo cuando anda.

Parece que una diosa decidiese

caminar elegante en su estatura.

Una rama florecida entre los vientos

no es mejor que su aparición en el espacio

cuando asoma.

 

Gracias por ella:

Por la dura y delicada gruta de su sexo

y su profundidad que se deshace en jugos

cuando ama.

 

Gracias por ella:

Por su corporeidad que no es eterna

y ya aflora en su piel

la lucha entre la belleza y el tiempo que la lleva,

y yo quisiera que nunca se fuese

pero me cerca la fuga de las horas

en las estrías de sus límites carnales.

 

Gracias por ella:

Por su intimidad que me convoca,

por su gracia de niña traviesa,

por su faz que cambia

como la luz que se transmuta en el crepúsculo.

 

Gracias por ella:

Porque a veces no sabe

por qué le gusta mi presencia paradójica,

pues me observa

y se sonríe por el absurdo

de estar conmigo

y entonces más se acerca

y me ofrece la estrella de sus besos.

 

Gracias doy a Quien sabe

por qué ella y yo nos encontramos

en un planeta

que no es bosque del amor

sino alarido incesante de la muerte.

 

Gracias por esta mujer

que trae algo

de lo que siempre persigo

y se escabulle

en el lejano horizonte

al que no llego.