AMOR DE ORIGEN
Cursilería de noveleta rosa,
cuentecillo de románticos trasnochados:
Amor a primera vista.
Nunca creí
que el sigiloso salteador
te usara como pantera furtiva
para, en un zaz, capturarme
en esa noche de enero tan corriente,
extraordinaria solo cuando apareciste
y devoraste mis ojos
con tu arrebato de fuego.
¿Amor a primera vista?
No acepto la frase relamida
de los ineptos que no pueden
musicalizar su amor.
Porque en aquella velada
tu instantánea presencia fue zarpazo,
esplendor del que no pude protegerme.
Pero no fue cursi mirada
a tu primer asomo:
Fue memoria,
reminiscencia arcaica,
eco de los eones
cuando el humano inaugural
vio por primicia
el primer sol como fresca flor
navegando sobre el mar de los orígenes.
Sí, mujercita con ritmo de los astros,
amazona también que me capturas:
No fue amor a primera vista,
fue que en tu visión primera
–la mía y viceversa que es lo mismo–
nos miramos como solo el amor sabe mirar:
Con visión sin tiempo y ataduras,
visión desnuda, libre, solo ella
–pájaro sin ruta entre los vientos–,
y quizá intuyendo uno en el otro
la maravilla que han ido perdiendo nuestras almas
en el desfalco de la historia y su mentira.
No fue amor a primera vista:
Fue la primera vista del amor,
esa que pocas, muy pocas veces, quiere darnos
este furtivo salteador, este viajero,
que cuando se aleja nos deja casi ciegos
y embromados, nostálgicos, mendigos,
apetecientes incurables
de la galaxia que soltó sin privaciones
en la primera visión que nos tuvimos.
ESTA CIUDAD
Una ciudad eres:
Cuando estamos en ella
no podemos ver
su luminoso y extenso latido
entre los valles.
Pero cuando desde la altura
la apreciamos
nos deslumbra su vasto territorio,
esplendente océano entre la tarde.
Oh amor,
a cuál de mis sombras o certezas
solicito que sea capaz de verte
–y sobre todo que sea tu amor, amor, y amarte–
tanto en el cercanísimo y suave
deleite de tu aroma
como cuando en la lejanía
me llaman tus mansiones
con un algo del fulgor de los orígenes.
ESTÁS EN MÍ
Te llamo.
Para decirte que estás en mí,
mar que nunca se retira
del litoral que ama su humedad.
Estás en mí,
canto que nunca se silencia.
Estás en mí,
circulando por mi sangre y mis ensueños,
vino que me enardece delirante.
Estás en mí,
me estás creciendo
torrente que avasalla mis certezas.
Sí, ya estás en mí,
no tengas miedo,
pues temer es invocar el mal,
esa potencia que no dejaría que nos amáramos.
LENTAMENTE
El amor no debe ser precipitado.
¿Has visto la flor
con instantánea luz incomparable?,
¿como hasta el cielo hecho vuelo
–colibrí o mariposa– ansía besarla?
Mas para conquistar
su pleno aroma
y su condición de astro sobre tierra
debe esperar
el paso de los soles
y la lluvia lenta hasta su cuna.
¿Cómo entonces me quieres arrasar,
que seamos locos en la entrega de los cuerpos?
De seguro que así no observaríamos
quién soy yo frente a tu cuerpo y tu deseo
y quién tú ante mi errante materia que te anhela.
Bésame suave, tierna; no quieras solo devorarme.
Mis labios caminarán como dos plumas
por el suave rumbo de tu piel.
Así no dejaremos de ver realmente quiénes somos
y no pasaremos por alto nuestros seres.
COLORES
Sé que los animales
–que poseen un mirar
más profundo que nosotros–
ven el fondo de nuestro paisaje
en musical espectro de colores:
Celeste es el color de la sonrisa,
amarillo el del juego cuando amamos,
turquesa y fértil, agua de los mares,
el tono del amor que por ti siento,
húmedo y encarnado el deseo
que me acosa
por el rosado fruto de tu sexo.
Ahora que camino entre arboledas
y los perros y aves me contemplan,
sé que ellos observan
que soy un huracán de estrellas y arco iris.
Por ti,
que me horadaste el centro de los sueños
con tu presencia anhelante de mi amor.
MI CIGARRA
Estamos –está mi cuerpo
y mi alma enamorada–
en la cima de muy frías montañas.
Aquí no hay una cigarra
que a punto de estallar en cantos,
sostenga el verano con su música.
Pero tú –seguramente ahora
activa entre la urbe– eres cigarra,
mi cigarra,
incesante melodía en mi ensueño,
que ahora no arde más
que por tu querencia,
fluyente musiquita,
mas guerrera de amor
que me has vencido.
ESTE FÉNIX
Dije que el amor
es una metáfora del viento,
tal su fugitivo esplendor entre nosotros.
Ahora, por la forma en que me quema
frente a ti,
creo que es más bien un ave fénix
que arde tanto, tanto, tanto,
combusto por ensueños y delirios,
hasta tornarse
en el cuerpo sutilísimo del cielo.
Pasa la vida, corre el tiempo,
el ánimo se desentiende del milagro.
Y de pronto –esplendente en unos ojos,
un estilo, un modo
que nos recuerda
nuestro escondido origen de universo–
llega de nuevo este fénix-amor-inevitable,
para que nunca volvamos a olvidar
que somos la estatura carnal
donde se mide
el enigma caminante de los astros
y la gota inicial de la Creación.
RESPUESTA
Ah, dios de los amores
–único que puede salvarnos o destruirnos–,
¿qué sucederá con este amor,
este cachorro que nos crece tibio,
criatura astral en esplendor de aire?
A ti pregunto. Que no existes
sino en nosotros que te creamos.
A LA MANERA DE KHAYYAM
El tiempo
es pájaro en vuelo.
¡Cuántas veces sin tanta belleza!
Disfruta su soplo,
atiende su canto.
Ten certeza:
No duraremos tanto.
TU OLOR
Cumple la húmeda fragancia de tu cuerpo
el destino oloroso de la florescencia.
Todo es meteorito en la noche inmensa.
Todo se derrumba. Todo se nos marcha.
Pero, cuando estoy en ti,
no existe la hora.
Todo más palpita.
No soy tiempo que va hacia la muerte.
Cuando en ti me adentro
no eres hembra sino mar creadora
en la que navego buscando el origen.
Un invulnerable en tu amor me siento
cuando, ya tu olor, en tu mar me adentro.
SÚPLICA
El amor llega primero
con látigos de sangre
y con relámpagos.
Después se acuesta cómodo
a ver televisión sobre la cama.
Luego se hace viejo
y no quiere subir a las montañas.
Ay, muchacha, no permitamos
que este veleidoso
no vaya con nosotros
a inventar auroras
junto al mar.
ORACIÓN
Gracias por la mujer
y su asomo de galaxia.
Gracias doy a Quien sabe y corresponde,
Luz o Cosmos o Flauta marina entre los pinos.
Gracias por ella:
Por su boca, cumbre que transporta
lo mejor suyo y su lenguaje,
suave copa que recibe
mi errante materia que la busca,
amanecer de su sonrisa
que me llama.
Gracias por ella:
Por su espigado lujo cuando anda.
Parece que una diosa decidiese
caminar elegante en su estatura.
Una rama florecida entre los vientos
no es mejor que su aparición en el espacio
cuando asoma.
Gracias por ella:
Por la dura y delicada gruta de su sexo
y su profundidad que se deshace en jugos
cuando ama.
Gracias por ella:
Por su corporeidad que no es eterna
y ya aflora en su piel
la lucha entre la belleza y el tiempo que la lleva,
y yo quisiera que nunca se fuese
pero me cerca la fuga de las horas
en las estrías de sus límites carnales.
Gracias por ella:
Por su intimidad que me convoca,
por su gracia de niña traviesa,
por su faz que cambia
como la luz que se transmuta en el crepúsculo.
Gracias por ella:
Porque a veces no sabe
por qué le gusta mi presencia paradójica,
pues me observa
y se sonríe por el absurdo
de estar conmigo
y entonces más se acerca
y me ofrece la estrella de sus besos.
Gracias doy a Quien sabe
por qué ella y yo nos encontramos
en un planeta
que no es bosque del amor
sino alarido incesante de la muerte.
Gracias por esta mujer
que trae algo
de lo que siempre persigo
y se escabulle
en el lejano horizonte
al que no llego.