jueves, 24 de abril de 2014

DEL LIBRO "EL POZO DE LOS DESEOS"

FOGATA PARA TU PIEDAD OMNIVIDENTE

 

E

scúchanos, Creador.

A nosotros, incomunicados

tras lenguajes, batallas, éxito, vestuarios.

 

Escúchanos, Creador.

A nosotros, quienes tras los fuegos fatuos del dinero,

sin saberlo conservamos

un verde intacto de cañada y soñamos

con la Nota a veces columbrada y escasamente oída

en la creadora Sonata de tu Cosmos.

 

Escúchanos, Creador.

De nuevo, sí, en el dilatado embuste de los siglos.

Que solo música escuchemos.  Alta sinfonía de Ti.  Compasiva.

Limpiando como gigante primavera

este mundo hermoso entre tus mundos

y que, invadido por nosotros,

ahora es llaga indigna de tus soles.

 

Escúchanos, Creador.  Y haznos ver

en la serena patria de tus tardes,

caminos diversos a este absurdo, que transitamos

como si fuese veraz sendero hacia los gozos.

Porque  —lo sabes—  queremos ser felices.

En nuestro intacto verde, soñamos ser felices.

Nos anulamos tras artificios: fantasmas del terror

a ver qué somos y a tu presente estrella,

remota solo por la obstinada impostura en que vagamos.

Pero, falibles, tanteamos ser felices.

 

Escúchanos, Creador.

Algunos pueden develar tu esplendor entre mil rostros.

Por ellos, heraldos de nuestro verde casi oscuro.

Por ellos.  Y nosotros desmemoriados pretendientes,

necesitados de tu gozo.  Escúchanos.

De nuevo en las centurias haz tu siembra.

Que este orbe sea digno en tu Universo.

Y alguna vez prototipo de otros mundos.

 

Escúchanos, Creador.

A nosotros, tan solos a pesar de tanto cuerpo.

Escúchanos, Creador, Amanecer en cumbres sin asedios.

 

 

CANCIÓN DEL CÓMO UNO SE VIVE

 

A

 pesar de uno mismo uno se vive.

Como un caracol

que de alguna manera

alcanza su pleno caracol.

Uno camina. Trabaja.

Como desnudo animal arriba al sueño.

Sin más opción, uno se vive.

Recuerda estrellas, mujeres, sinsabores,

alguna luz azul que apenas entrevista,

se fugó sin embargo por su río.

Pero ese asomo

y el tiempo insobornable

hasta en leves astros del rocío, nos enseñaron

que a pesar del alterno descenso hasta la bestia,

es de los soles la altura que nos guía.

 

 

PORQUE NO PUDIMOS

 

C

oncédenos mirar.  Ver

tras falaces ropajes el Espíritu.

Permítenos remontarnos sobre límites, razas, posiciones.

Danos el gozo de volar

por sobre credenciales, títulos, papeles.

Que las modas  —muy abajo—  sean solo chispitas

del  juego desatinado de las máscaras.

Concédenos mirar.  Contemplar

tras ilusorias vestiduras de los bultos

la eterna, luminosa danza del Espíritu.

Dónanos visión.

Para que aquel distante no sea un rico;

el otro,  presidente escondido en su discurso,

y yo, despojado poeta ofrendándote palabras:

Para que no seamos prójimo exiliado en su dominio.

Sino, en la vasta diferencia de tu Cosmos,

presencia de tu Verdad luciente

tras las fugaces caretas de los cuerpos.

 

INVOCO TU GRACIA

 

"(...) acordarse de los viejos ideales,

de las ideas bajo persecución y de los radicales verdaderos (...)

que murieron fieles a lo que creyeron (...)"

 

Sergio Ramírez.

 

 

U

na última palabra, Padre:

Otórgame morir fiel,

haciéndole el amor a lo que creo:

Buscar sin tregua

y sin desmedro

el puerto esencial

en tu gran mar.

Consiente, Padre,

condesciende  —te invoco—  a esta gracia.

No será fácil.  Nunca han sido

los villorrios del hombre

sitios suaves para buscar

la cepa substancial

entre lo errátil.

Requiero, pues, Padre, de tu soplo

para que mi volandero apetecer humano soporte.

Entre los otros, sea fiel a lo que creo.

 

 

 

 

 

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