sábado, 22 de marzo de 2014

DEL LIBRO "SEÑALES"

NUESTRO ÍCARO

 

 

Cuentan

que Ícaro tuvo una locura de abeja

y por eso se derritió

cuando, enfebrecido, quiso

libar la gran flor del sol.

Pero yo soy hombre.  Y aseguro:

a Ícaro lo mató

el amor.

Yo soy hombre.  Y lo aseguro:

Todavía nos alucina ese gran cielo

adonde nos calcinamos

solo por el fulgor de un sueño.

 

 

SEÑAL

 

 

Añejo todo.

Y más allá, en las alturas,

esa luz azul que nos desata.

 

 

PROPUESTA DEL ALBA

 

 

La mañana es un diálogo de  azules.

Es probable

que en la luz, que a todo arrulla,

y en esos montes aún del paraíso

todavía algún origen nos espere...

 

 

PARÁBOLA

 

 

Al amanecer el cielo se esparcía en lluvias.

Pero ahora la luz juega, pájaro entre ramas.

Aprende humano, tú, que escaso vives,

por qué a los arreboles

los sangrientos siglos no han ajado.

 

 


 

EL LLAMADO

 

 

Asciende a espesas cumbres y detente.

Mira, en la nublada lejanía, amplísimas ciudades.

Ahí la muerte, la máquina, la estafa.

Sube a las cimas y detente.

Mira. Y aunque triste, cree

que aquella remotidad brumosa  –tuya, humana–

es turbiamente fugitiva.

Cree. Y sigue. Pues velado, mas muy amante,

el fuego original aún te espera.

 

 

 

 

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